Salón Los Angeles celebró su baile “Rumba por el Amor y la Amistad”, el cual convocó a diversas orquestas de primer nivel, pese a los cambios de última hora que se realizaron después de que el Septeto Santiaguero no confirmó su participación.

A las 7 de la noche, la orquesta Son Poquitos arrancó la celebración con un repertorio completamente vinculado a la música tradicional afrocaribeña, destacando su interpretación a la legendaria pieza de Miguel Matamoros, “Son de la loma”.

Ubicado en el barrio Nuestra Señora de Los Ángeles, en la colonia Guerrero de la ciudad de México, el inmueble de la calle de Lerdo ofreció un espacio agradable, limpio, con una pista cómoda y grande para que los parroquianos desplegaran esos pasos, cadenciosamente hipnóticos, que han perfeccionado tras varios años de entrenamiento en calles, fiestas, salones de baile y pocas, muy pocas veces, en la academia.

El resultado de ese aprendizaje es elocuente cada semana en el viejo edificio donde Salón Los Angeles ha esculpido una historia que bien merecido tiene –aunque todavía no lo logra— ser patrimonio cultural del Distrito Federal.

El acercamiento con lo divino que sólo brinda el baile tiene en los visitantes asiduos a Los Angeles sus más nobles embajadores, incansables atletas de las pausas y las proyecciones, de cuerpos gráciles y menudos unos, y grandes y corpulentos otros, que dan la impresión de levitar a ras de la duela, pese a dimensiones corporales que uno jamás imaginaría que poseen tanta estética en sus movimientos.

Joselito y Su Orquesta continuaron el itinerario nocturno, con una propuesta musical más apegada al barrio, del tipo de esas agrupaciones que cierran con broche de oro los bailes de callejón que por muchos años engalanaron las colonias populares de la ciudad de México.

Independientemente del ritmo aportado por las agrupaciones, el público de Los Angeles baila con conocimiento de causa, efecto y profusión el género rumbero que le pongan enfrente.

La cumbia, interpretada sobre todo por La Nueva Familia; el mambo, cortesía de la Orquesta Pérez Prado “Los Reyes del Mambo”, y el son, que las agrupaciones Son 14 de Cuba y La Nueva Nostalgia brindaron con generosidad, todas y cada una de las piezas recibieron los honores de los parroquianos convocados al grito de amor, la amistad, pero sobre todo de una música que desafía las modas y que forma parte desde hace mucho del corazón de los habitantes del Distrito Federal, pero sobre todo de aquellos que han convertido el ritual del baile en parte de su identidad urbana.

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